ESPERANZA Y FE EN EL APRISMO regresar

FRATERNIDAD 2018

Aprovecho esta celebración del natalicio 123 de Víctor Raúl Haya de la Torre para hacer un planteamiento distinto, una reflexión general a mis compañeros apristas. Qué hacemos todos los días por hacer realidad los pensamientos, ideales y valores que nos inculcó el “Jefe”.

Qué estamos haciendo para ver una Indoamérica libre. Qué estamos haciendo por las banderas inmortales de la “Justicia Social” y “Pan con Libertad”. Qué estamos haciendo para llegar a la conciencia del pueblo. Y qué estamos haciendo para que el Partido del Pueblo, sea nuevamente el Partido escuela de esperanza y fe en el Perú.

Compañeros, los tiempos cambiaron, tal como lo predijo Víctor Raúl. Ahora somos más y tenemos más derechos que antes, vivimos en una democracia que aunque imperfecta, confío la podemos mejorar con nuestro esfuerzo. Porque la virtud fundamental de todo aprista es la de saber persistir.

El clamor por el “derecho al voto” o el “derecho a la libre participación política” ya no se escuchan; son otros los derechos que se reclaman como a caminar sin temor por las calles, el derecho a un empleo y salario digno, o mejorar la salud o la educación.

Debemos ser autocríticos del camino recorrido, críticos pero no destructivos. A tomar el pensamiento del “Jefe” y reinterpretarlo a la luz de los desafíos actuales, es decir: Es vivirlo.

En esta oportunidad quiero traer desde la memoria a nuestro Jefe, líder del aprismo, líder de la Revolución del 32´, líder de la rebelión contra el dictador Sánchez Cerro.

Él es nuestro Guía. Nuestro Maestro. Sabemos cómo murió y porqué, pero quiero hablarles de cómo vivieron sus descendientes (nosotros, los apristas) y qué hicimos para honrar su memoria.

Les voy a decir, compañeros, como yo honro su memoria. Lo hago a través del recuerdo de las acciones que él llevó a cabo por su amor al más necesitado, por su amor al Partido y por su amor al Perú.

Víctor Raúl, no solo logró la jornada laboral de 8 horas (1919) o la Reforma Universitaria (1920-1922), sino también logró el voto de la mujer (1955); la gratuidad de la enseñanza (1963); el voto de los analfabetos (1979); y, la Constitución de 1979, primera Carta Magna que ponía a la persona humana (ciudadano) sobre todas las cosas, donde hombres y mujeres son iguales en dignidad, con derechos de validez universal, anteriores y superiores al Estado.

Compañeros, nuestro “Jefe” dio su vida para la construcción del ideario APRISTA y su principal legado para las nuevas generaciones es: el compromiso, el sacrificio y la entrega por lo que uno cree.

Debemos seguir los ejemplos y las tradiciones de ese aprismo para hacer renacer la semilla de las grandes transformaciones que nos demanda el pueblo. Esa semilla de honestidad, sinceridad y amor por el Perú.

Ideales que abrazó mi abuelo Rómulo León Ramírez y me transmitió desde que me cargo en su brazos. Ese pensamiento de fidelidad y lealtad con el Partido y el Perú, que nos convierte en el Partido del consenso y la concertación, que nos convierte en una “hermandad en la lucha”.

Nosotros, compañeros, somos el Partido del compromiso social, el Partido de los manuales e intelectuales, el Partido de la clase humilde. Y ese es el APRA que aprendí a querer y querré toda mi vida.

La democracia del Perú, sin embargo, se encuentra ante nuevos desafíos. Nuestros ciudadanos han caído en la desesperanza y el desánimo, han dejado de creer en la clase política, han dejado de creer en los partidos, han dejado de creer en nosotros, porque dudan de nuestra vocación de servicio y de nuestra preocupación por el más necesitado. Y eso debemos cambiarlo, bajo el legado histórico de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Hoy nuestros enemigos son: la corrupción, la pobreza (infraestructura), la desigualdad, la falta de seguridad, de empleo, de educación, de salud y la violencia contra la mujer.

Como mujer aprista, honesta, concertadora, con principios, firme y disciplinada, me he comprado ese pleito. Soy dueña de mi destino, acciones y decisiones, y asumo con mucha responsabilidad esa lucha, ese trabajo por el más pobre y por el más indefenso.

He jurado dedicar mi vida al servicio del pueblo, y lo estoy cumpliendo. Y con esa misma fe y esperanza, estoy segura que sí es posible salvar a nuestra patria.

Igualmente, compañeros, empecemos juntos una renovación en el Partido. Una renovación que no destruya sino que cree, que organice y que construya. Es tiempo de renovar la verdadera fe en el aprismo, desde la fraternidad del compañero, para que nada nos haga romper la unidad que necesitamos para la victoria; y recordando siempre que: ¡No existe el Perú sin el APRA, ni el APRA sin el pueblo!

Somos el Partido del pueblo y ha llegado nuestra hora. Es momento de tomar acción. Es hora de la Justicia Social: ¡con vigencia y continuidad!

El APRA nos compromete a decir con responsabilidad que Haya no ha muerto, que su enseñanza y moral siguen vigentes en el corazón de cada aprista, en el corazón de cada peruano, bajo el lema de: Fe, Unión, Disciplina y Acción.

Y, finalmente, compañeros, y ante la memoria del Jefe, digamos una vez más: ¡En la lucha, HERMANOS... en el dolor, HERMANOS... y en la victoria, HERMANOS!

¡Viva el APRA!

¡Viva El Perú!

 

Lima, 22 de febrero de 2018

c. Luciana León